Sin aviso ni explicación, “de prepo nomás”, Electrotécnica de la municipalidad de Concordia le sacó el medidor a un destacamento policial y lo “enganchó” al centro comunitario y capilla que funciona enfrente.

El viernes último, las autoridades del Centro Comunitario y Capilla San Andrés, ubicada en el Barrio Ex Aeroclub de Concordia, presenciaron un hecho hasta el momento sin explicación: personal del municipio ingresó al predio con un cable que proviene del Destacamento Policial de enfrente y lo conectó al medidor de la institución. En otras palabras, y para que no queden dudas, la capilla, a partir de ese momento, pasó a hacerse cargo de la electricidad que consuma la policía.

Al ver el operativo de Electrotécnica, las maestras suspendieron por un instante el apoyo escolar a los niños del barrio y se apuraron a llamar a “Yenki”, la docente jubilada que coordina las actividades del Centro. Su inmediata intervención no fue suficiente para que las cosas volvieran a la normalidad. Sólo alcanzó para que los empleados municipales, luego de un llamado telefónico a sus superiores, explicaran que el “enganche” es provisorio y prometieran que este martes todo volvería a la normalidad.

Pero no fue así.

Este miércoles, “Yenki” seguía aguardando no sólo que el Centro dejara de hacerse cargo de la electricidad de la policía sino también que alguna autoridad tuviera el civilizado gesto de explicar qué pasó, por qué lo hicieron.

Eso es lo que duele, dijo Yenki. Que no avisen, que no expliquen.

El Centro San Andrés Apóstol está enclavado en la esquina de Perú y Castelli, a escasos metros de la Defensa Sur de Concordia, rodeado de una barriada muy humilde.

Esa zona sufrió la pérdida de varias vidas, jaqueada por la violencia de adolescentes y jóvenes en su mayoría adictos. La última muerte fue la de Daiana Érika González, una joven mamá que salió a proteger a su pequeño hijo en medio de un tiroteo y cayó al piso, luego que una bala disparada por un menor de 15 años se alojara en su cerebro.

En respuesta a la movilización del barrio que reclamaba seguridad, la Jefatura Departamental de Policía de Concordia instaló un destacamento policial en frente del Centro Comunitario, ocupando un contenedor/oficina donado por Claudio y María José Lemesoff, de la empresa ECA.

El Municipio tramitó el permiso de uso del suelo para que el Destacamento fuera posible, instaló la luz en container y aportó un baño químico, con la promesa de que prontamente se construiría uno de material. Pero pasaron meses sin que la promesa fuera cumplida. “La pantalla gigante en la costanera para el mundial la pusieron de una y con un bañito andan a las vueltas”, se quejó un vecino.

De allí que el extraño operativo por el cual, sin previo aviso, y por decisión de vaya a saberse quien, la capilla pasó a proveer de energía eléctrica de su medidor a la policía, fue para los vecinos como la gota que derrama el vaso. Un hecho tal vez insignificante, pero que, sumado a otros muchos, como la inundación de líquidos cloacales que por estos días inutilizó los patios de varias viviendas, dan lugar a una mezcla de impotencia e indignación.

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