La crisis que fractura al país se sintió en la capital egipcia durante las multitudinarias manifestaciones realizadas por partidarios y detractores del golpe militar que el pasado 3 de julio depuso al presidente islamista egipcio Mohamed Mursi.

Los islamistas, simpatizantes del depuesto mandatario, fortalecieron su exigencia de que Mursi regrese al poder copando varios puntos de la capital egipcia, como la plaza Rabea Adauiya o la sede de la Guardia Republicana (la unidad militar de escolta y protección del ahora ex presidente de Egipto) donde sospechan que se encuentra detenido.

Alrededor de la plaza, virtualmente blindada por centenares efectivos policiales y del Ejército, miles de simpatizantes de líder islamista expresaron su repulsión hacia el golpe militar.

Pese a la contundencia del gople del 3 de febrero y el apoyo que suscita entre los asistentes había gran optimismo sobre el regreso al poder de Mursi, vencedor en 2012 de las primeras elecciones presidenciales tras la caída de Hosni Mubarak un año antes.

Entre las protestas, pacíficas durante el día y a veces sangrientas tras la caída del sol, la llamada Alianza Nacional en Defensa de la Legitimidad Electoral, integrada por los Hermanos Musulmanes y otros grupos islamistas, mostró su fuerza con concentraciones multitudinarias, una de ellas en la plaza Al Nahda, frente a la Universidad Árabe.

Miles de islamistas y algunos salafistas se juntaron allí ante un escenario decorado con pancartas con lemas como «Sí a la legitimidad» o «Abdel Fatah Al Sisi (jefe del Ejército y autor del golpe) acabará naufragando».

Paralelamente, el influyente predicador Yusuf al Qaradawi, pidió la restitución en su cargo del depuesto presidente en una fatwa (decreto islámico) publicado hoy en su página web.

La destitución del islamista por parte del Ejército es «inválida» desde el punto de vista constitucional y religioso, escribió Al Qaradawi, quien instó «a todos los partidos y fuerzas políticas en Egipto a responsabilizarse juntos por el triunfo de la justicia y volver a colocar al presidente Mursi en su legítima posición».

Conforme a la sharia, la ley islámica, existen sólo dos motivos por los cuales se puede proceder contra un presidente elegido: si comete una grave ofensa a dios o si propaga la falta de fe.

Mursi no puede encasillarse en ninguno de estos dos casos, indicó el predicador. Los errores cometidos durante el ejercicio del poder deben ser corregidos por el pueblo y las fuerzas políticas a través de una paciente influencia. Pero no hay fundamentos para quitarle el poder, según Al Qaradawi.
Los defensores del golpe, en tanto, convocados por el movimiento «Tamarrud» (Rebelión, en árabe), respondieron repletando la simbólica plaza Tahrir (Liberación) en defensa del nuevo presidente interino, Adly Mansur.

El heterogéneo grupo, donde como pudo constatar Télam se mezclan sectores de izquierda, intelectuales, islamistas moderados, `baltagis` (lúmpen) y golpistas sin adscripciòn ideológica clara repletó hoy la Plaza en apoyo al golpe militar.

Entre ellos podía verse piedras -amontonadas a modo de eventual munición- en los accesos amontonadas, pero también un ambiente multicolor y de alegría, mientras una gran pancarta se manifestaba en defensa de la segunda «revolución».

En el plano internacional la crisis tuvo también sus sus ecos y el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró hoy que Egipto se encamina hacia una guerra civil similar a la que golpea a Siria, luego del golpe militar que el pasado 3 de julio depuso al presidente islamista, Mohamed Mursi.

«Siria ya está inmersa en una guerra civil, y por triste que parezca, Egipto se encamina en esa dirección. Me gustaría que el pueblo egipcio pudiera evitar ese destino», dijo Putin, citado por la agencia rusa Ria Novosti.

El ex primer ministro británico Tony Blair, y enviado del Cuarteto para Medio Oriente, en tanto, defendió el golpe de Estado y consideró que la medida está encaminada a evitar el «caos» en el país.

En un artículo que publica hoy el dominical «The Observer», Blair escribe que a pesar de ser un defensor de la democracia, considera que el ex presidente egipcio fracasó a la hora de afrontar durante su primer año en el cargo el reto de cumplir con un gobierno «eficaz».

La Unión Europea (UE), por su parte, hizo hoy un llamado al diálogo en Egipto, a través del portavoz de la jefa de la diplomacia europea Catherine Ashton, quien solicitò «el fin de la violencia» desatada en el país árabe tras el golpe de Estado que derrocò al presidente Mohamed Mursi.

Ashton pidió que comience un proceso político que «conduzca lo más rápido posible a elecciones».

La incertidumbre se plasma también en el panorama político y el país, que ayer se acostó ayer con un nuevo premier -Mohamed El Baradei-, cuyo nombramiento había anunciado la agencia estatal, MENA, hoy se despertó sin él, aparentemente por el fèrreo rechazo salafista a la decisión.

La Fiscalía ordenó hoy la detención de dos dirigentes del brazo político de los Hermanos Musulmanes, Esam el Arian y Mohamed el Beltagui, por la acusación de instigar a matar manifestantes.

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