MACRI ASEGURO QUE SE NECESITARAN “DE DOS A TRES AÑOS” PARA BAJAR LA INFLACION A NIVELES INTERNACIONALES

En medio de la estampida de precios desatada por la devaluación, la quita de retenciones, la suba de tarifas y el desmantelamiento de todos los controles, Macri buscó exhibirse “preocupado” por la inflación, aunque no mostró medidas concretas ni demasiado apuro: aseguró que bajarla llevará “de dos a tres años”.

El Presidente acusó a sus antecesores por la inflación, sin detenerse en el impulso que le dio la devaluación. Dijo que su gobierno la resolverá, aunque en dos o tres años. Sin control sobre los formadores de precios, pero con políticas que llevan a una recesión.

En medio de la estampida de precios desatada por la devaluación, la quita de retenciones, la suba de tarifas y el desmantelamiento de todas las medidas de control, y cuando se calienta el clima para las próximas paritarias, el presidente Mauricio Macri se vio en la obligación de mostrar por lo menos preocupación por el castigo que vienen sufriendo los bolsillos de los trabajadores y los jubilados. Pero no comprometió en ello acciones concretas ni resultados cercanos en el tiempo. “Yo quiero decirles hoy que nuestro gobierno está comprometido a reducir la inflación, y hemos dicho que va a ser un camino que va a llevar dos o tres años para llegar a tener una inflación como los demás países de Latinoamérica y del mundo”, es decir por debajo del 10 por ciento. Sin estadísticas oficiales activas y con organismos de monitoreo y seguimiento de precios desmantelados, el gobierno solo apuesta a la “colaboración de los empresarios” formadores de precios, como los supermercadistas, para revertir la ola de aumentos desatados por la devaluación del 40 por ciento en diciembre, realimentada por nuevos ajustes cambiarios del 6,3 por ciento en enero y 3,9 por ciento en lo que va de febrero (seis días hábiles).

“Yo les hablé en el 2007, cuando era jefe de Gobierno, de algo muy grave que estaba pasando en Argentina”, dijo Macri en tono profético, ayer hablando ante los empleados del supermercado Coto de Tres de Febrero y ante las cámaras de televisión, en un acto donde anunció inversiones en la ampliación de dicha cadena. “Y que teníamos que estar alertas porque iba a hacer daño, porque un gobierno que se administra mal, lo peor que hace es abusar de la inflación, que es el peor impuesto que se le puede cobrar a la gente”, agregó el Presidente, planteando como una lección de la historia lo que, en realidad, es una muletilla muy repetida por el neoliberalismo desde hace medio siglo (peor impuesto es el desempleo, cuando es causado por decisiones de política económica, porque le quita al trabajador el 100 por ciento de sus ingresos, opinan otros).

La disparada del precio de la carne, la harina y sus derivados, los alimentos envasados, los productos químicos utilizados para limpieza, los insumos críticos de la producción manufacturera, y de los alquileres (en un mercado inmobiliario altamente dolarizado) tuvieron estrecha vinculación con la corrección cambiaria y quita de retenciones a las exportaciones dispuesta en forma simultánea por el gobierno en diciembre. La supresión de subsidios a la energía eléctrica y los aumentos en los combustibles impactarán en los costos empresarios, y nuevamente en los precios, este mes y el próximo. La desregulación de mercados, y la eliminación de mecanismos de seguimiento y control de la Secretaría de Comercio serán sustituidos por un pedido de colaboración a las grandes cadenas de supermercados para que publiquen en internet los precios de los artículos para que el comprador compare y elija.

El presidente de la Nación ratificó ayer que esa será la única política en lo inmediato para terminar con la inflación. “Nos queremos preocupar por los precios, y con la colaboración de Alfredo (Coto) y de los demás supermercados, les hemos pedido a todos que publiquen en internet sus precios para que, con una aplicación de celular, cualquier argentino pueda chequear donde encuentra el mejor precio y así defender su salario; y ahí estaremos todos, controlando que se publiquen los precios y ayudando de esa manera a que esta paulatina reducción de inflación afecte lo menos posible a todos los argentinos”.

Desde el punto de vista redistributivo, tanto la megadevaluación como la quita de retenciones han jugado en favor de los grupos económicos más concentrados y en contra de la mayoría de la población. Por otra parte, los sectores exportadores de cereales, a los que se le cedió en la práctica el control del mercado cambiario, han retaceado la liquidación de ventas externas para empujar el dólar hacia arriba. Así, la política desregulatoria ha facilitado conductas que impulsan nuevas oleadas inflacionarias.

El Gobierno, con todo, confía en que esta estrategia, sumada a la apuesta a la contracción monetaria, resultarán a mediano plazo en una desaceleración de la inflación. El camino es conocido: las políticas de “estabilización” sólo son “exitosas” si resultan en una profunda recesión, que frene los aumentos por caída del consumo, consecuencia inevitable de la suba de precios de los productos de consumo masivo y los sucesivos ajustes, que ya empezaron, en los servicios públicos antes subsidiados. El sendero de precios que el ministro de Hacienda y Finanzas señaló en su primera conferencia de prensa, con una inflación cayendo a menos del 10 por ciento en el cuarto año de gestión macrista, está trazado con esa trayectoria.

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