Viajaron a Brasil y vieron el Vía Crucis en el palco junto a los cardenales, invitados por Francisco. Este mediodía regresaron al país felices de portar la «bendición» papal, al entregaron también cartas de los chicos.

«Cuando mostramos la bandera argentina, dos millones de personas empezaron a alentarnos. Fue una experiencia inolvidable, porque además es un mensaje para los cartoneros del mundo, para que vean que no estamos solos y que, como dijo el Papa, para que sigamos luchando y haciendo quilombo», dijo Sergio, de 20 años, al bajar del ómnibus que lo trajo de regreso.

La delegación, integrada por 35 jóvenes y siete coordinadores del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), viajó invitada por el Papa a la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó la semana pasada en Río de Janeiro y este mediodía volvió a Buenos Aires.

Tras un largo viaje en micro de casi dos días, se reencontraron con sus familias y compañeros, con la emoción de haber participado de las jornadas y por haber sido llamados especialmente por Francisco para que presencien en el escenario el Vía Crucis que se realizó el sábado.

«Teníamos un palco especial. También estaban los cardenales, pero nosotros estuvimos mucho más cerca. Y cuando dijimos que somos amigos del Papa nos dejaron pasar al palco sin que nadie nos preguntara nada», relató Saúl, un reciclador urbano de 24 años.

El trabajador contó a Télam que le llevaron de regalo a Francisco «una cruz de cartón, una virgen, una bandera de San Lorenzo, un par de almanaques y muchas cartas de los chicos. Y estamos muy contentos porque nos trajimos de regalo su bendición», expresó.

Los jóvenes, que bajaron del colectivo con todo tipo de recuerdos -desde juguetes y banderas, hasta prendedores con la bandera de Brasil y un paraguas con la imagen de Francisco-, saltaban y cantaban «esta es la Juventud del Papa».

Mariana, de 20 años, también compartió su experiencia: «me sentí otra cosa al lado del Papa. Gente de todo el mundo quería sacarse fotos con nosotros… ¡terminamos dando autógrafos!» dijo aún asombrada por la popularidad que adquirió el grupo de recicladores cuando Francisco los identificó entre dos millones de personas y los llamó para que ocupen el palco junto con él.

«Lo conocíamos de antes porque él trabajaba con nosotros cuando era cardenal, pero ahora que es Papa y que se siga acordando de nosotros realmente nos da mucho orgullo», manifestó Judith, también de 20 años, quien trabaja junto a Mariana en uno de los circuitos de reciclaje urbano de la Capital.

Juan, de 18 y otro de los trabajadores nucleados en el MTE, definió su estadía en Brasil como «un momento histórico, increíble. No me había pasado nunca, cuando el Papa me tocó el pecho sentí un calor en mi cuerpo, la fuerza de la fe», explicó.

El presidente del MTE, Sergio Sánchez, dijo que el pontífice se interesó por ellos al verlos en la Jornada. «Nos preguntó si necesitábamos algo y le respondimos que no, solamente la fuerza para seguir luchando por los miles de compañeros que no están en el sistema» laboral formal.

«Con este viaje transmitimos la voz de los marginados, y también nuestra alegría para toda esa gente que no pudo llegar», sostuvo el presidente del MTE y afirmó que «fue un mensaje para los cartoneros del mundo: siempre fuimos excluidos, ahora escribimos las páginas de un libro».

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