La misión “ExoMars” se puso en marcha este lunes con el ambicioso objetivo de hallar pruebas de vida en Marte. Un costoso proyecto en dos fases que demandó una inversión de unos 2.500 millones, fruto de la asociación entre la Agencia Espacial Europea (ESA) y la rusa Roscosmos, además de la participación de la NASA (EEUU). Sin embargo, como ocurre en muchos equipos de las grandes ligas, el DT será argentino.

Ámbito.com mantuvo un diálogo telefónico con el astrobiólogo Jorge Vago, nacido en Buenos Aires, criado en Rosario y adoptado por ESA desde 1992, y quien lidera este proyecto científico. En la entrevista repasó los aspectos más importantes de la misión y su importancia para el futuro de la ciencia. Pero además se refirió al resonante anuncio del hallazgo de agua en Marte del año pasado, la perspectiva de colocar a un hombre en la superficie marciana y ensayó una crítica sobre la reciente película nominada al Oscar, “Misión rescate”.

• La misión

“Es un programa con dos minimisiones, una ahora y la otra en 2018, y el hilo conductor es la posible vida en Marte: si existe hoy o, lo más probable, si existió hace 4.000 millones de años, cuando las condiciones en la superficie marciana eran similares a las que dieron inicio a la vida en la Tierra. Sabemos que aquí hay miles de veces más metano que en Marte, lo ratificó la misión Mars Express en 2004, pero la idea es confirmar la cantidad presente allí y aprender un poco más: vamos a llegar con instrumentos hasta 10 mil veces más sensibles que Mars Express. Usaremos el sol como una lamparita súper brillante, para que el satélite mire la atmosfera a través de su luz, en el amanecer y el atardecer”, explica Vago.

El metano es importante porque en la Tierra se le vincula a los procesos biológicos, pero la búsqueda no se reducirá sólo a él. La nave, llamada Trace Gas Orbiter, volará alrededor de Marte tratando de detectar cualquier sustancia química que pudiera estar producida por alguna forma de vida.

“Tenemos equipos con espectómetros ultravioletas e infrarrojos, una cámara para tomar fotos que nos permitirá hacer modelos en 3D y una máquina que mide neutrones para conocer la distribución de hielo en la superficie. Cuando se envíe un astronauta, será bueno saber dónde está el hielo, para beber o para hacer combustible”, relata el especialista.

Además llevarán el módulo de descenso de prueba Schiaparelli, del tamaño de un coche, con un único objetivo: les “enseñará” a aterrizar en suelo marciano, asignatura básica para desplegar con éxito a los futuros robots exploradores. “Ni Europa ni Rusia consiguieron aterrizar con suceso hasta ahora, sólo los estadounidenses. Por la tanto, necesitamos este demostrador tecnológico. Nos hubiera gustado de dotarlo de paneles solares para que tuviera una vida útil más extensa, pero no podíamos agregar más carga. Así, ya será la misión más grande que jamás se haya enviado a Marte, unos 500 kilos más pesada que ‘Curiosity’”, agrega en diálogo con este medio.

Otra utilidad de “ExoMars” será la de transformarse en la plataforma de comunicaciones para los robots que aterricen en ese planeta al menos hasta 2022. Vago detalla que “los rovers y landers que están allí no pueden hablar directamente con la Tierra, tienen que pasar por un satélite de comunicaciones, y todos utilizan el de la NASA. Pero tiene unos años y todos estamos preocupados porque se rompa y quedemos ‘colgados’. El satélite habilitará dos equipos de radio para hablar con landers y rovers en superficie, y una enorme antena para enviar la información a nuestro planeta”.

A medida que fue incorporando objetivos, el costo del proyecto pergeñado en 2002 y aprobado tres años después fue escalando hasta dar de lleno con la crisis de 2008. “Cuando nos empezó a faltar plata, la NASA decidió que quería un satélite y nosotros aterrizar un rover, pero las dos cosas juntas no se podían hacer. Ahí fue que ‘ExoMars’ dejo de ser una misión y se transformó en dos. Luego, cuando a fines de 2011 los estadounidenses nos informaron que debían retirarse por problemas financieros, nos pusimos en contacto con los rusos. Ellos nos dijeron: ‘OK, haremos la parte que iba a hacer la NASA’”. Su aporte fue vital: se estima que el costo total del proyecto se acerca (sumando los instrumentos que aportan por separado los países) a los 2.500 millones.

• ¿Hay agua en Marte?

A fines del siglo XIX, algunos científicos creyeron ver líneas rectas bordeando áreas de color verduzco e intuyeron que eran canales construidos por los marcianos para llevar agua a sus campos de cultivo. Una ilusión. En Marte no hay signo alguno de vida, es un planeta seco y muy frío, con grandes zonas de hielo en los casquetes polares. Aunque es posible que aún existan formas sencillas de vida micro-orgánica debajo de la superficie congelada. Sin duda, nadie espera hallar marcianos inteligentes, como los de la película “Marte ataca”. Pero cualquier novedad enciende la imaginación, como la noticia que a fines del año pasado recorrió el mundo: habían hallado agua líquida en Marte.

“Los amigos de la NASA armaron la historia como que había un montón de agua”, señala Vago, “pero quédense tranquilos, que no habrá astronauta que pueda poner allí una pajita para beber”. La explicación no deja de ser atractiva, pero es menos fascinante. “En la superficie hay sales hidroscópicas, a las que les gusta ‘chupar agua’. Como de noche la temperatura baja a 120° bajo cero, la atmosfera no puede retener todo el vapor de agua, se condensa y precipita a la superficie, pero es una capa de espesor de un centésimo de milímetro. Cuando cae, las sales quedan ahí y, al otro día, cuando el sol calienta la superficie, esa delgadísima capita de hielo es absorbida por las sales hidroscópicas. Entonces las sales bajan el punto de solidificación y, al transformarse en algo líquido, moja un poco los granitos del suelo de la superficie, pero no es agua sino una solución supersalina: no hay microbios que puedan vivir allí”.

• Un hombre en Marte (en la ficción)

Primero fue el anuncio del hallazgo de agua, luego Obama habló de enviar un hombre en 2030 y, como broche, la película “Misión rescate”, en la que Matt Damon interpreta a un astronauta varado en el planeta rojo que se las arregla a la perfección para sobrevivir hasta el regreso de sus compañeros.

Para Vago, el film “de ciencia tiene poco. Por empezar, una vez que salís de la magnetósfera de la Tierra estás expuesto a la radiación cósmica y a tormentas de partículas del sol, que ‘te fríen’ con las altas dosis de radicación, te dejan ‘seco’. De hecho los que fueron a la luna también estaban expuestos a las tormentas, pero tuvieron bastante suerte. La diferencia es que el viaje a la luna dura entre cuatro y cinco días, pero a Marte entre siete y nueve meses. Cómo protegerse de esas radiaciones aún no está resuelto”.

“Otro tema es que los astronautas que vayan deberán llevarse todo: hasta el combustible para volver, el aire para respirar y el agua para tomar, la comida. Sí es interesante de la película que los científicos mandan los elementos antes, y una vez que está todo listo envían a los astronautas, ese es un escenario posible. También veo posible la idea de sembrar, en determinadas condiciones, papas para alimentarse. Pero no la ‘vida de hotel’ de Matt Damon”.

“Me gustó más el libro porque el astronauta sufre mucho más, se pone flaco, y cuando se le acaban las papas se da cuenta que está en situación límite. En la película, a Damon se lo ve gordito y sigue cantando rock & roll”, agrega. Por otro lado, los adelantos tecnológicos que aparecen en el film no existen aún pero están en camino. “Se puede sintetizar combustible para cohetes de la atmósfera marciana, hay prototipos de invernadero para hacer crecer plantas, pero falta llegar a un concepto de una nave que pueda aterrizar y volver a despegar, o a un concepto de hábitat a nivel de detalle”.

Lejos de pensar en un astronauta, la segunda parte de “ExoMars”, en 2018, apuntará a colocar dos exploradores robóticos en la superficie de Marte que podrán taladrar y penetrar el interior de las rocas hasta los dos metros, una distancia suficiente para que cualquier forma de vida pueda mantenerse a salvo de la radiación letal que recibe el planeta. “Para comparar, las misiones hasta ahora ingresaron a una profundidad de entre 7 y 8 centímetros. Ir a dos metros es muy importante para recuperar posibles trazas de vida de la historia temprana del planeta”, se entusiasma.

• Un hombre en Marte (según Vago)

¿En 2030 podremos enviar un hombre a la superficie marciana?. Vago es escéptico: “Las misiones robóticas cuestan más de 2.000 millones de euros, si es capaz de aterrizar y traer muestras, puede llegar a 6.000 millones. Para mandar astronautas hablamos de 100.000 millones y un programa que dure más de 25 años. Probablemente tengamos que hacerlo varios países en conjunto, y eso significa apoyo político de varias décadas, un gobierno tras otro de Europa, EEUU o Rusia que diga: ‘Vamos a poner 2% del PBI en hacer esto’. Hoy no lo veo. No es nada sencillo mandar astronautas a otro lado y traerlos de vuelta”.

Por último, subsiste un interrogante: “Los seres humanos somos ‘sucios’ desde el punto de vista biológico, tenemos miles de millones de organismos que viven en nuestra piel, incluso dentro del traje del astronauta mandamos montones de microbios. No queremos ser la especie que fue a otro planeta y liquidó la vida que había ahí. Tenemos que saber si hay vida, pero estar seguros, porque en ese caso hay que tener mucho cuidado de no exterminarla. Ya ven: hay que hacer mucho trabajo antes de que Matt Damon vaya a caminar por Marte”. (ámbito.com)

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