Tinka se fundó en 1953. Fabrica unas 400.000 bolitas diarias; advierten que la situación es «asfixiante».

A fines de abril pasado, Litoral Gas, la empresa, que desde 1992 distribuye gas natural por redes en el área geográfica conformada por las provincias de Santa Fe y el noreste de la provincia de Buenos Aires, anunció un doble aumento, es decir, al incremento de tarifa anunciado para abril se sumó otro que debería haberse registrado en 2014 pero que estaba frenado por una medida judicial, recientemente destrabada.

El aumento pone en peligro a las industrias y pymes que usan el fluido gaseoso en el proceso productivo. Un caso testigo es el de Tinka, la fábrica de bolitas de vidrio ubicada en San Jorge, departamento San Martín, 148 kilómetros al Sudoeste de esta capital, única del país en su tipo, que de pagar 35.000 pesos de gas pasó a desembolsar 185.000.

Según fuentes empresarias, el nuevo costo a enfrentar por la firma podría significar el eventual cese de actividades.

63 años de historia

La historia de Tinka comenzó a escribirse en 1953, cuando dos osados emprendedores, Victor Hugo Chiarlo y Domingo Vrech, entonces empleados de la famosa cristalería Saica, instalada en San Jorge, solicitaron un permiso gremial de un mes con la loca idea de comenzar con la instalación de una fábrica de bolitas de vidrio.

Sin financiamiento, consiguieron que los únicos fabricantes en América del Sur de bolitas de mármol, Manavella y Cía SRL, de Rosario, resolvieran apostar por la iniciativa.

Las primeras muestras enviadas terminaron de convencer a los empresarios que, mediante contrato, por seis meses recibirán toda la producción a cambio del dinero necesario para instalar la fábrica en San Jorge.

Para incrementar la producción se utilizaron maquinarias de fabricación casera, obteniéndose, en la década de los 60 una producción de 6.000 bolitas por hora.

En 1995 se adquirió en Taiwán una máquina que elevó la producción a 8.500 por hora. Años después se compra una máquina del mismo origen para la fabricación de bolones en una cantidad aproximada de 3.800 por hora. Hoy, con dichas máquinas y el ingenio argentino, se fabrican 400.000 bolitas diarias.

Ahora los titulares de la fábrica que da trabajao a decenas de personas dudan si podrán continuar por el elvado costo de los insumos.

 

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