El presidente Mauricio Macri tendrá que echarle el ojo a los datos cruciales que se encarga de juntarle el viceministro en las sombras, Mario Quintana, que cuentan más que mil palabras. Era la “gran Néstor” con los papelitos que recibía a diario de las cajas: la de pesos de la Tesorería y de divisas del Banco Central para su permanente monitoreo. Como en campaña el eje económico se concentró en lo fiscal, tanto el financiamiento vía deuda externa y bicicleteo monetario del BCRA y reparto federal del desequilibrio, la expectativa del día después pasa por la magnitud y forma de un eventual nuevo ajuste. No está instalado el sector externo. ¿Será porque se lo concibe como una cuestión de paridad cambiaria? Los especialistas alertan sobre un problema de sincronización que cuesta muy caro: el déficit comercial ya vuela por encima de u$s 6.242 millones, con el agravante de que el leve rebote de la economía augura más importaciones. Y que crece otro rojo de 4,2 puntos del PBI (u$s 25.095 millones) que refleja la cuenta corriente de la balanza de pagos. Por un lado subió 40% el pago de intereses por el abultado endeudamiento que el ministro de Finanzas Luis Caputo sabe conseguir y, por otro, las multinacionales aprovecharon el cepo levantado para girar más capitales al exterior que los que ingresan de inversiones, según la Fundación Capital de Martín Redrado. La menor presencia empresaria nacional en las cadenas de valor internacionales no deja demasiado margen a un salto exportador que vaya mucho más allá del superávit agrícola, según resalta Marcelo Elizondo de DNI, aunque también haya entrado en una meseta. Federico Sturzenegger, por las dudas, se lavó las manos: admitió que el incumplimiento de las metas antiinflacionarias resintió la credibilidad.

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