Anónimos y escoltados por alguaciles: así se presentarán en una corte de Estados Unidos los miembros del jurado que definirá el destino de Joaquín «El Chapo» Guzmán, acusado de ser uno de los mayores narcotraficantes del mundo.

«El gobierno (de EE. UU.) ha presentado razones fuertes y creíbles para creer que el jurado necesita protección», señaló el juez Brian Cogan, que conduce el proceso contra Guzmán en una corte federal de Booklyn, Nueva York.

La decisión de Cogan, en rechazo de una solicitud de la defensa del Chapo para evitar este tipo de medidas, refuerza la idea de que el juicio, previsto para abril, será excepcional por donde se lo mire.

Resguardar la identidad de los miembros del jurado o escoltarlos durante un juicio es algo «muy raro», dice Rob Heroy, un abogado estadounidense que ha defendido a acusados de narcotráfico y antes fue asistente de un fiscal de distrito en Carolina del Norte.

«Esto lo vemos en el tipo de casos de alto perfil sobre crimen organizado», explica Heroy a BBC Mundo. «Es un gran revés para la defensa».

La orden del juez

Las medidas solicitadas por la fiscalía de EE.UU. y aceptadas por el juez Cogan incluyen mantener en reserva no solo el nombre de los miembros del jurado sino sus domicilios y lugares de trabajo.

Además, cada día del juicio serán transportados desde y hasta la corte por el cuerpo de alguaciles de EE.UU., la policía a cargo de ejecutar las órdenes judiciales.

«La corte instruirá a los jurados que su transporte diario y escolta dentro de la corte se proporcionan para proteger su privacidad y para garantizar que el juicio se desarrolle de forma expedita», indicó el magistrado.

Incluso dentro de la corte, donde en cada aparición de Guzmán se refuerza la seguridad exterior e interior con policías fuertemente armados, está previsto que los miembros del jurado permanezcan aislados del público.

Para justificar estas medidas, el magistrado se basó en los alegatos que pesan sobre Guzmán como líder del cartel de Sinaloa.

Entre esos alegatos está el empleo sicarios para llevar a cabo «cientos de actos de violencia, incluidos asesinatos, asaltos y secuestros», con objetivos como silenciar testigos potenciales o personas sospechosas de colaborar con la ley.

El juez recordó que él mismo ha mantenido a Guzmán en régimen de confinamiento solitario en una celda de Manhattan, en parte por el riesgo de que sus contactos con otros «pueda resultar en perjuicios a personas que cooperan con el gobierno».

Y aludió a un video señalado por la fiscalía donde, tras la extradición de Guzmán a EE.UU. en enero de 2017, algunos prisioneros en California se presentan como sicarios dispuestos cuidar de él y dicen tener más de 3.500 «soldados» a su disposición.

«Más culpable»

En EE. UU., los jurados para casos penales como el de Guzmán suelen estar compuestos por 12 miembros, personas común y corrientes escogidas del registro electoral o tributario en función de su cercanía con la corte.

El abogado de Guzmán, Eduardo Balarezo, había argumentado que medidas especiales de protección como las aprobadas crearían «la impresión extremamente injusta de que (su defendido) es una persona peligrosa de quien el jurado debe protegerse».

Pero que el juez haya fallado a favor del gobierno era algo previsible, según expertos.

«Este es el tipo de caso donde tienes que preocuparte de que los jurados se puedan sentir intimidados», señala Heroy. «Basta con que un miembro del jurado tenga miedo de que algo le suceda a su familia y podría cambiar el resultado del caso».

«El Chapo» se ha declarado inocente de los 17 cargos que enfrenta, pero si es hallado culpable podría recibir cadena perpetua como líder de una organización criminal que introdujo toneladas de drogas en Estados Unidos.

Heroy anticipa que seleccionar a los miembros del jurado será en sí una tarea ardua, ya que los elegidos deberán dedicarse por tres o cuatro meses al juicio dejando de lado cuestiones personales o profesionales.

Incluso el simple hecho de que antes del juicio hayan leído reportajes o visto filmes sobre «El Chapo» podría generar cuestionamientos a su imparcialidad.

Sin embargo, Heroy coincide con el argumento de la defensa de que la orden de protección del jurado emitida por el juez podría influir a sus miembros.

«El jurado ya llega pensando ‘este hombre es tan peligroso que tienen que ocultar mi identidad'», explica.

«Entonces de algún modo lo vuelve más culpable antes de que se sientan y escuchen la evidencia».

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