El radicalismo mira de afuera la crisis política y económica que padecen los sectores de más bajos recursos. Alfonsín, del ostracismo a los tributos. La historiografía radical sobre la figura de Illia.

La UCR se inventó, o se ilusionó si se quiere, en aportar la “agenda social” a la coalición Cambiemos. Lo dijeron al unísono dirigentes provinciales, nacionales y municipales.

Este frente, con la figura de Mauricio Macri como herramienta electoral, entusiasmó a buena parte de la ciudadanía con la trasparencia. Fue el mensaje que lo llevó a Fernando De la Rúa a la Presidencia luego de la entrega y la corrupción de Carlos Menem. Macri prometió no devaluar, continuar los programas y políticas que estaban bien y terminar con el flagelo de la inflación. Fue la parte populista del libreto.

Hubo devaluación, hubo un incremento abismal de tarifas de todos los servicios públicos, se bajaron programas nacionales como el Remediar y se sacaron vacunas que eran obligatorias y gratuitas. De un plumazo se abortó la posibilidad de ver en directo el deporte más popular del país gratuitamente. El centenario partido surgido de la Revolución del Parque se calló la boca. Nicolás Massot, presidente de la banca de la Cámara de Diputados, en un blooper en el que no advirtió que estaba al aire durante el programa de Alfredo Laje dijo que los radicales debían conformarse pese a la escasa participación en las decisiones del gobierno “porque estaban cobrando”. La única respuesta que se conoció fue la de la agrupación local Ser Radical, en el que exigieron a las autoridades provinciales repudiar los dichos del macrista. No tu vieron suerte.

La caída de De la Rúa convirtió al centenario partido, el más institucionalizado aún en la actualidad, en la nada. Raúl Alfonsín, uno de los principales promotores de De la Rúa, pasó a ser un paria. El último homenaje de envergadura que se hizo fue en el Salón de los Pasos Perdidos promovido por los Kirchner. En la UCR vieron en ese homenaje una viveza del kirchnerismo en clave de picardía política. Ya avanzado en años y cerca de su letargo estuvo en Paraná. Dijo que Carrió era “la peor anti radical, porque es hipócrita”. Luego vino su fallecimiento y los tributos al “padre de la democracia”. La película terminó con Lilita como la arquitecta de la alianza del centenario partido con el PRO.

Durante la época del kirchnerismo la figura que más se reivindicó en el radicalismo fue la de Arturo Illia. Ese presidente llano que a cualquiera le gustaría tener de abuelo para patear una pelota en algún patio con fondo. El principal atributo es, para la historiografía radical, el de la transparencia y la honestidad. Ese recorte de la figura del ex presidente operó y opera como contraposición a la categoría del “político corrupto”.

Aún la figura de Illia sigue siendo faro por su don de hombre honesto más que como hombre de la política. Cuando asumió la Presidencia su primera medida fue anular los contratos petroleros que había firmado Arturo Frondizi con las empresas norteamericanas. Es en el creador del desarrollismo en quien se referencia Macri. El mentor económico de aquel gobierno fue Rogelio Frigerio (abuelo).

Haber bloqueado la extranjerización firmada de los recursos nacionales quizás sea visto hoy como un atentado a la “seguridad jurídica”. Mejor callarse. En cambio, Carrió, no calla. Le ha quitado méritos a Hipólito Yrigoyen precisamente por “populista”.

Atilio Benedetti, fundador de la Corriente Illia, dijo a Página Política que lo que estaba haciendo el gobierno nacional en materia de tarifas de los servicios públicos era parte de un proceso que tiene por fin la construcción de “un país normal”.

La agenda social de la UCR no tiene cabida en el gabinete de Macri. Éste jueves el Presidente reunió de urgencia a su equipo de colaboradores tras la corrida del dólar, las turbulencias financieras y la crisis política por las tarifas. En la mesa no hubo un solo radical.

Fuente: Página Política
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