Sin prisa pero sin pausa, por el temor a nuevas lluvias, se busca cómo rescatar a los niños de la cueva tailandesa.

En un nuevo vídeo, difundido por la marina del país, se les muy delgados, aunque animados, a pesar de los nueve días de hambre, sed y miedo que han pasado a oscuras y rodeados de agua en la gruta hasta ser descubiertos por los buceadores.

Primero han comido y luego un médico militar ha comprobado el estado de salud de los 12 niños, de entre 11 y 16 años, y de su entrenador de fútbol, un joven de 25. Sin más espera, han comenzado a enseñarles a bucear, aunque nadie desea poner en peligro a los chicos precipitando el rescate.

«Están bien. No tenemos que apresurarnos. Estamos desplegando una línea telefónica para que los padres puedan hablar con sus hijos», explicó ante la prensa el almirante Apakorn Yuukongkaew.

Dos buzos británicos fueron los que descubrieron a los niños, desatando la alegría de las familias y de toda Tailandia, que vivía con enorme angustia la espera. Las imágenes del encuentro han dado la vuelta al mundo.

Para llegar hasta ellos, que están a cuatro kilómetros de la entrada de la gruta, los buzos tardaron tres horas y media y tuvieron que recorrer un complicado trayecto lleno de pasadizos inundados y fuertes corrientes de agua. Salir por ese mismo camino podría ser muy arriesgado para los chicos, como explica Andrew Watson, un experto en rescates. «Esos niños penetrarían en un ambiente muy extremo -dice-. Un ambiente donde el agua está en movimiento y las distancias son muy largas».

Los equipos de rescate, ayudados por expertos internacionales, siguen sacando agua de la cueva gracias a 20 bombas de extracción.

El peor enemigo de los niños son las precipitaciones anunciadas para los próximos días, que podrían hacer subir de nuevo el nivel del agua en el interior. Por eso hay que sacarlos de allí cuanto antes.

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