Un atentado contra el candidato favorito a las presidenciales era lo último que le faltaba a las campaña electoral brasileña. El ultraderechista Jair Bolsonaro fue apuñalado este jueves en Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais, mientras sus seguidores le llevaban a hombros en medio de una multitud.
Las imágenes del diputado, con una camiseta con los colores de la selección brasileña y retorciéndose de dolor tras ser acuchillado han provocado una ola de reacciones en las redes sociales.
Con el intestino perforado y una grave hemorragia, Bolsonaro fue operado a vida o muerte. Ahora se encuentra estable. El presunto autor del ataque, Adélio Bispo de Oliveira, un hombre de 40 años, está detenido.
La expresidente Dilma Roussef ha calificado de «lamentable» el atentado. «En un país democrático que se respeta no se puede permitir que se acuchille a un candidato ni a nadie», dijo tras visitar en prisión al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su padrino político, condenado a doce años por corrupción.
No obstante, Roussef, apuntó que «incentivar el odio crea ese tipo de actitudes. No puedes amenazar con matar a alguien, especialmente si eres un candidato a la presidencia«. La exmandataria se refería al hecho de que Bolsonaro, en un reciente acto de campaña, empuñó un trípode como si fuera un arma y le dijo a su público «vamos a fusilar a la ‘petralhada'», como muchos se refieren en forma peyorativa a los militantes al Partido de los Trabajadores.
El líder del PSL es un ultra abonado a la polémica por sus declaraciones machistas, racistas, homófobas, y su defensa de la última dictadura. Con Lula da Silva fuera de juego, los sondeos señalan que garará la primera vuelta de las presidenciales el 7 de octubre.