La agresora llamó a la Policía para pedir ayuda desde la remisería en la que trabajaba. La víctima, tenía un fuerte traumatismo de cráneo. Para cuando el servicio médico llegó al lugar, ya estaba muerta. Se espera un testimonio clave.

A las 3.30 de la mañana de este jueves Sabrina Pereyra, de 30 años, llamó al 911 desde la remisería donde era chofer. «Está agonizando tirada en el piso, bañada en sangre», les dijo a los operadores de la central. Hablaba de la mujer de 40 años con la que convivía en el PH de Leopardi 255, Villa Luro, a siete cuadras de donde llamó. Aseguró que así la vio cuando volvió del trabajo. Pero mientras el SAME buscaba signos vitales, la mujer le confesó la verdad a su jefe. «A vos no te puedo mentir. Maté a Mariel.» La había asesinado a golpes.

Según el informe, Mariel Rodríguez, la víctima, tenía un fuerte traumatismo de cráneo. Para cuando el servicio médico llegó al lugar, ya estaba muerta.

Sabrina y Mariel vivían con una tercera mujer en esa casa y las tres serían participantes activas de la comunidad LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales). Según pudo saber Clarín de fuentes de la causa, esa tercera mujer no estaba esa noche en el PH. Su testimonio será clave para determinar el móvil del crimen.

Sabrina Pereyra, de 30 años, mató a Mariel Rodríguez (40) en Villa Luro-Clarín-

Tanto ella como el dueño de la remisería, Fabio Marchita (48), se presentarán este viernes ante el juez Martín Sebastián Peluzo para prestar declaración testimonial. La acusada está detenida en la comisaría de la Comuna 10, donde ya le realizaron exámenes médicos para ver si en su cuerpo hay rasguños u otros signos de defensa por parte de la víctima.

El dueño de la remisería fue el primero en contarle a la Policía de la Ciudad de Buenos Aires la confesión de Sabrina. Frenó al móvil 1022 cuando pasaba frente a su negocio, en la intersección de Lope de Vega y Juan B. Justo. El patrullero se estaba dirigiendo al lugar del crimen.

«Se mudaron hace poco. Por eso no las veíamos. Ahí hay ocho casas, así que no se sabe en dónde vivían ellas», dijo la empleada doméstica del chalet contiguo.

La Policía Científica peritó el auto que Sabrina conducía como remís. Se buscaron huellas en el parabrisas, en las manijas y en los espejos del Ford KA blanco. También en sus interiores. En el baúl algo les llamó la atención.

Se encontró una mochila azul. Una oficial dispuso sobre la verde cada uno de los objetos que contenía. E hizo especial foco en un álbum de fotos impresas. Le pidió a la testigo que las mirara y otro oficial registró el momento con una cámara. También encontraron un cuaderno anillado y pidieron a la mujer que lea algo entre esas hojas.

Luego, guardaron todo en la mochila, la metieron en el baúl y volvieron al PH. Pero unos minutos después, los dos oficiales volvieron a salir con la testigo. Buscaron ese cuaderno, cerraron con la alarma de la llave y entraron con esas hojas al lugar del crimen. Algo de lo ahí escrito les llamó la atención y se lo llevaron al Jefe de la Policía.

«Sabrina Pereyra aún no declaró ante el fiscal. Tampoco los testigos. Aún restan ver las actuaciones para establecer el móvil del crimen. Determinar las discusiones previas, si las hubo. Si eran pareja, la imputación sería por homicidio agravado por el vínculo», dijo Diego Villanueva, secretario del Juzgado y quien este viernes estará en la indagatoria de la detenida.

Además de tener que comprobarse la relación entre ambas también habrá que determinar si en el crimen hubo alevosía. Figura que entraría en la imputación si la pericia determina que la asesina mató a Mariel mientras esta no se podía defender. Un ejemplo claro de esos casos es cuando la víctima es atacada por la espalda o dormida.

En un parte de la Policía se detalló que en el vehículo de la mujer asesinada -no está claro si en el Ford Ka estacionado en la puerta del PH u otro- se encontraron $ 65.000.

Fuente: Clarín
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