Luto en la ciudad californiana de Thousand Oaks, tras una nueva matanza con arma de fuego. Se suceden los homenajes a las víctimas.

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Doce personas fueron asesinadas a tiros en un bar de esta tranquila localidad, cercana a Los Ángeles. Entre los fallecidos hay un agente de policía que se enfrentó al atacante, un exmarine de 28 años, que tras permetrar la masacre se suicidó. Ian David Long, que había padecido estrés postraumático, entró en el local donde se celebraba una fiesta de universitarios y tras lanzar una granada de humo empezó a disparar indiscriminadamente.

Según las autoridades, actuó solo. Lo que no se sabe es por qué lo hizo.

El ataque dejó una veintena de heridos. Los habitantes de Thousand Oaks y localidades cercanas acudieron en masa al llamamiento para donar sangre.

«Mi marido es oficial de policía en la ciudad de Ventura, está muy cerca de casa, podría haber sido él… Así que estoy haciendo esto por la esposa del sargento que ha muerto», señala una de las voluntarias.

La matanza de Thousand Oaks, una de las ciudades más seguras de Estados Unidos, es la peor ocurrida en el sur de California desde el ataque yihadista de diciembre de 2015 en San Bernardino, que dejó 14 muertos. Es, además, el segundo tiroteo masivo ocurrido en dos semanas en Estados Unidos, tras el ataque antisemita que acabó con la vida de 11 personas en Pittsburgh, Pensilvania.

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