Más de 46 mil armas de fuego fueron destruidas por el gobierno nacional en una planta siderúrgica de la ciudad bonaerense de Campana, y ya suman casi 250 mil las que sacaron de circulación en la última década.

El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, destacó que el operativo, que no registra precedentes, «es el más grande la historia del país», dado que «en un solo acto» eliminaron más que en una década: «46.659 armas en un día, mientras que desde el año 1992 hasta 2002 se destruyeron 40 mil».

Alak afirmó que «la acción decidida del Estado federal y los estados provinciales ha permitido que Argentina sea el país del mundo que más armas ha destruido».

«Según el reconocimiento de Naciones Unidas, hemos superado a todos los países que realizan un procedimiento similar, consagrándonos en líderes mundiales en  materia de desarme de la sociedad civil», remarcó el funcionario.

Alak supervisó el operativo junto con el gobernador bonaerense,  Daniel Scioli; los ministros de Seguridad de la Nación, Arturo Puricelli, y de Justicia bonaerense, Ricardo Casal; y los secretarios de Asuntos Registrales, Oscar Martini, y de Ciencia, Tecnología y Producción para la Defensa, Santiago Rodríguez.

También participaron los subsecretarios de Coordinación y Control Registral, Ernesto Krepak; de Política Criminal, Martín Mena, y de Relaciones con el Poder Judicial, Franco Picardi; el titular del Registro Nacional de Armas (RENAR), Matías Molle, y la intendenta de Campana, Stella Maris Giroldi.

«Estamos reafirmando una política de desarme que no sólo es modelo en el mundo, sino que resulta clave para reducir los niveles de violencia en la sociedad y que ha sido acompañada por todas las provincias, con la convicción de que un arma es más un problema que una solución», dijo Alak.

El ministro destacó además el acompañamiento y compromiso de las asociaciones civiles y de los cultos religiosos que trabajan activamente por el desarme.

En tanto, Scioli habló de la «peligrosidad» de las armas, «cualquiera sean los calibres» y dijo que objetivo del desarme no es tener «más detenidos en las cárceles» sino «que haya menos armas en la calle».

«Si no hay armas no hay muertes, hay paz, no hay violencia, no hay salideras bancarias ni entraderas, ni secuestros y el acto de hoy tiene este significado y ayuda a tomar conciencia al conjunto de la sociedad y la importancia de avanzar hacia el desarme total», sostuvo el mandatario.

La destrucción de las armas -en este caso contenidas en 133 cajones de grandes dimensiones-, se realiza en dos etapas: primero la trituración, que las reduce a partes milimétricas y permite separar mediante el uso de imanes los distintos metales de la escoria.

Los metales van luego a fundición en un horno de alta temperatura y el material resultante es donado a la Fundación del Hospital Garrahan.

Con el operativo de hoy, suman 249.622 las armas destruidas en la última década, mientras que el Programa Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego, vigente desde 2007, ya sacó de circulación 149.147 armas y 1.175.896 municiones.

El programa de desarme prevé la entrega de armas de fuego de manera anónima y voluntaria a cambio de un incentivo económico que varía entre los 200 y 600 pesos, según el tipo y calibre.

Los centros de recepción son las delegaciones RENAR y los puestos móviles que instala el organismo en el país.
En el operativo estuvieron representantes de ONG´s que acompañan el desarme, autoridades militares y policiales y otros funcionarios y organismos gubernamentales.

El procedimiento se realizó en una planta siderúrgica de Campana ubicada a la altura del kilómetro 2,3 de la ex ruta nacional 12, en el norte bonaerense.

De las armas destruidas hoy, 6.313 fueron recolectadas por el programa de Entrega Voluntaria; 4.231 procedían de causas judiciales de Mendoza y 4.728 de casos judiciales de la provincia de Buenos Aires.

Otras 29.990 armas eran de Fabricaciones Militares, 216 del Servicio Penitenciario, 880 de las policías Federal y Bonaerense y  301 habían sido entregadas al RENAR.

%d