Héroes. Para la historia, para toda la vida. En Madrid, sí, inédito. En la final más imporante de la historia del fútbol argentino. Este River no necesita imperiosamente que Gallardo esté en el banco, este River sabe muy bien lo que tiene que hacer en la cancha. Dirija quien dirija desde el banco. Por eso se lo dio vuelta a Boca, por eso lo ganó, por eso lo cerró con esa contra el Pity Martínez a los 120 minutos, definiendo con el arco libre y dándole el cachetazo final al rival de toda su vida. Y Copa, al Mundial de Clubes de Emiratos y clasificación a la Libertadores 2019,

¿Qué tuvo River que no Boca? Equipo, juego colectivo, aun en los momentos más críticos.Como en la Bombonera casi un mes atrás, estuvo abajo, y con la diferencia que arrancó abajo en el segundo tiempo. Y fue paciente, muy piaciente, nunca se despesperó y aprovechó la poca solidez del rival. Porque Boca se replegó demasiado y le regaló la pelota, pero muy cerca de su arco. Y en la primera vez que acertaron los toques en velocidad, River lo empató con una pared de manual para el 1-1 de Pratto.

Esto es para la historia. Más allá de la final manchada por todo lo que pasó, River lo ganó merecidamente, incluso reponiéndose al palazo que puede implicar un penal no cobrado con media hora por jugarse. Y el que frotó la lámpara en el entretiempo fue Quintero, que en el suplementario metió un zapatazo para la historia, con poco recorrido, inatajable. Tremendo, para verlo mil veces y aplaudir. Y ésa fue la estocada final, el golpe de KO para un Boca que estaba apostaba a los penales con uno menos y que encima después se quedó sin Gago, otra vez lesionado en un superclásico.

Gallardo apareció ya con el hecho consumado para festejar y lagrimear, pero sin dudas de que es el padre, padrazo de la criatura. Aun sin él en el banco, aun sin figuras como Borré o Scocco, metiendo a un chiquilín como Julián Alvarez, el equipo siempre da la cara. Y se lo da vuelta a Boca en Madrid, y levanta la Boca, y gana el partido de la historia. Héroes para siempre.

 

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