Autoridades dieron casi por terminada la búsqueda de sobrevivientes o víctimas del devastador tornado que azotó la ciudad estadounidense de Oklahoma, dejó 24 muertos -y no los 51 que se dijo inicialmente- y provocó la destrucción casi total de un suburbio de la localidad.

El jefe de bomberos de Oklahoma dijo estar «98% seguro» de que no hay más supervivientes ni muertos o heridos por hallar en el suburbio de Moore, al término de una jornada entera en la que equipos de rescatistas buscaron entre los escombros de edificios colapsados en esa comunidad de 56.000 habitantes.

El jefe Gary Bird dijo que cada casa dañada fue registrada al menos una vez, pero que se repetirá la operación dos veces más por cada vivienda para estar seguros, un esfuerzo que esperaba completar durante la noche, pese a una intensa lluvia que complicaba las tareas.

Más temprano, la portavoz de la oficina forense estatal, Amy Elliot, rebajó a más de la mitad la cifra de víctimas mortales, al afirmar que hubo 24 muertos, entre ellos nueve niños.

Elliot corrigió una cifra dada ayer de 51 muertos, incluyendo 20 chicos, y mucho más otra de 91 que surgía de sumar a ésa «al menos 40 fallecidos más» que, según especulaciones de las autoridades, podían estar bajo los escombros.
La oficina forense estatal agregó que hubo 237 heridos.

La gobernadora de Oklahoma, Mary Fallin, prometió dar con el paradero de cada residente de Moore.

«Vamos a reconstruir y vamos a recuperar nuestra fuerza», dijo Fallin en rueda de prensa luego de haber sobrevolado la zona del desastre, informó la agencia de noticias DPA.

Más temprano, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, declaró zona de desastre la ciudad de Oklahoma, por lo que el Estado puso en marcha un operativo para movilizar a su Guardia Nacional hacia las áreas afectadas.

En una conferencia desde la Casa Blanca, señaló que el suburbio de Moore -el más afectado por el tornado- necesita ayuda «de inmediato» y que Estados Unidos se la proporcionará durante «el tiempo que haga falta».

El presidente dijo que le ordenó a la secretaria de Seguridad, Janet Napolitano, que «Oklahoma debe recibir toda la ayuda que necesita de inmediato».

El tornado tuvo más de tres kilómetros de diámetro, y en tan sólo 40 minutos azotó una extensión de 32 kilómetros entre las poblaciones de Newcastle y Moore, dijeron autoridades.

Según las primeras informaciones, de los niños fallecidos al menos siete se encontraban en la escuela elemental Plaza Towers, en Moore, que quedó completamente en ruinas.

Algunos menores fueron rescatados.

La escuela elemental de Briarwood, también en Moore, fue destruida completamente por el tornado, según las autoridades.

Un hospital también fue afectado, así como un cine y cientos de hogares de familias que quedaron reducidos a escombros.

Según la oficina de Predicción de Tormentas, se trató de un tornado de categoría EF4, segundo en escala, con vientos de hasta 320 kilómetros por hora.

Temeroso sobre la posibilidad de nuevas tormentas, el Servicio Meteorológico Nacional advirtió en la madrugada la posibilidad de nuevas ráfagas, con vientos que alcanzarían los 130 kilómetros por hora, según un parte emitido a las 10.45 GMT (7.45 de Argentina), aunque por el momento no se repitieron.

El tornado de inmensa magnitud ocurrió pocas horas después de que otros fenómenos meteorológicos de similares características fustigaran al estado y dejaran un saldo de al menos dos personas muertas, casi 30 heridos y alrededor de trescientas casas destruidas.

En 1999 otro tornado destruyó el suburbio de Moore y mató a 41 personas.

Mañana se cumplen dos años del tornado más grave que ocurrió en Estados Unidos, de categoría EF5, que dejó 151 muertos, 900 heridos y 44 desaparecidos en la ciudad de Joplin, Missouri.

El desastre en Oklahoma generó declaraciones de solidaridad internacionales, entre ellas del papa Francisco, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la Comisión Europea y diversos gobiernos, entre ellos Paraguay, El Salvador y Sudáfrica.

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