El acuerdo alcanzado por el Gobierno ofrece un horizonte de previsibilidad para los próximos años sobre el cual elaborar un programa económico sostenible orientado al desarrollo productivo.

El presidente Alberto Fernández asumió el 10 de diciembre pasado al frente de un Gobierno que, desde el primer día, iba a tener que enfrentar duros desafíos. El país que había dejado el gobierno de Mauricio Macri traía el lastre que significaron cuatro años de políticas que alentaron la bicicleta financiera en detrimento de la inversión productiva. Las consecuencias de esas políticas se advirtieron enseguida en el derrumbe de la actividad económica, el aumento de la pobreza, el aumento del desempleo, la desbandada de la inflación (alcanzó el nivel más alto desde la salida de la hiperinflación en 1991), niveles nunca antes vistos de fuga de capitales que fueron financiados con ingentes tomas de deuda que dieron forma al proceso de endeudamiento más profundo de la historia del país.

Nada de esa deuda fue destinado a financiar proyectos de desarrollo productivo. Por el contrario se tomó para alimentar una rueda de especulación financiera de la que se beneficiaron los grandes grupos de inversión de todo el mundo que consiguieron durante años en la Argentina rendimientos que nadie más ofrecía. Luego de que Macri desarmara toda red de contención contra la entrada y salida de capitales especulativos de corto plazo, de la noche a la mañana los grandes fondos de inversión abandonaron la bicicleta financiera, se llevaron miles de millones de dólares ganados sin crear un solo puesto de trabajo y obligaron al país a tomar deuda para pagar «la fiesta».

Al feroz endeudamiento en que cayó la gestión de Macri se sumaron plazos de vencimientos insostenibles que volvieron así a la deuda impagable y dejaron a la Argentina al borde de un nuevo default. Así fue como hasta el propio FMI, socio del gobierno de Cambiemos en el círculo vicioso del ajuste – caída del PBI – toma de deuda – y nuevo ajuste, admitió el año pasado que el coronograma de pagos que habpia dejado el macrismo era inviable y que la deuda debía ser reestructurada.

A este ya de por sí sombrío panorama se le sumó a comienzos de este año la pandemia de coronavirus Covid-19 que obligó al Gobierno a decretar el 20 de marzo pasado el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio con el propósito de ralentizar el ritmo de contagios, aplanar la curva del avance de la enfermedad y darle tiempo así al sistema sanitario de un país en crisis para prepararse y poder dar respuesta adecuada. La pandemia destrozó cualquier sueño de reactivación económica en el corto y mediano plazo.

Todas las economías del mundo, hayan o no adoptado cuarentenas estrictas para enfrentar la pandemia verán sus economías caer este año, por lo que la falsa dicotomía entre economía o salud se reveló falaz más temprano que tarde y frente al derrumbe generalizado el único balance pasible de realizar para evaluar el impacto entre una postura u otra se mide en vidas.

El gobierno de Fernández encaró así el desafío de ordenar las cuentas públicas y para ello era necesario alcanzar un acuerdo con sus acreedores y darle un marco previsibilidad al país para, una vez «resuelto» el tema de la deuda, darse un programa económico orientado a la reactivación productiva que permita al país volver a crecer (o por lo menos en sus primeros años dejar de caer tanto).

Claves para entender el canje de deuda y por qué es importante para la Argentina haber alcanzado un acuerdo:

* El Gobierno debía enfrentar a partir de este año vencimientos de deuda insostenibles. Hasta el FMI advirtió que el cronograma de pagos heredado no era viable.

* Cumplir con los compromisos solo era posible profundizando todavía más el ajuste que ya había emprendido la gestión de Cambiemos desde diciembre de 2015.

* Ese ajuste, por ejemplo, había llevado a Macri a eliminar el ministerio de Salud y ajustar a la baja las jubilaciones.

* Con el propósito de no seguir adelante con el ajuste el gobierno de Fernández anunció la reestructuración de la deuda. Es decir buscar un acuerdo con los acreedores de la Argentina para lograr un alivio en el cronograma de vencimientos, darse tiempo para que el país crezca y pagar más adelante lo adeudado.

* El gobierno buscó así avanzar en un canje de bonos por el valor de 66.238 millones de dólares. Es decir canjear a los acreedores esos bonos que vencían en los próximos 2 o 3 años por otros con vencimientos posteriores y así darse tiempo.

* Cerca de 42 mil millones de dólares de los 66 mil millones en bonos a reestructurar corresponden a deuda emitida en duarnte la gestión de Macri en los últimos 4 años lo que da cuenta de la magnitud del endeudamiento y concentración de los vencimientos. Los títulos elegibles incluidos en la reestructuración son 21, 17 de ellos emitidos durante la gestión de Macri.

* El acuerdo alcanzado hoy permite a la Argentina salir del default en el que había caído.

* Salir del default le permite, si así lo quisiera, volver al mercado de capitales a menores tasas aunque esa opción ya fue descartada por el Gobierno.

* Contar con un cronograma de vencimientos sostenible también otorga un horizonte de previsibilidad al Gobierno sobre el cual elaborar un plan económico para apurar la reactivación.

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