La prohibición impuesta por el Gobierno estadounidense a los cruceros con destino a Cuba entra en vigor este miércoles. También quedan retringidos los viajes culturales, una formula que permitía a muchos turistas estadounidenses visitar la isla.

Este endurecimiento de las sanciones supone, como pretende la administración Trump, un golpe durísimo a la economía cubana y, en especial, al turismo, segunda fuente de ingresos del Gobierno de La Habana.

Pero también resulta desastroso para las grandes compañías de cruceros como Carnival y, de forma muy directa, para los cubanos de a pie que viven del que hasta ahora era un sector boyante.

«Es una lástima, una verdadera lástima» se lamenta Pam, una turista de Denver, mientras pasea por La Habana.

«(Trump) es un hombre de negocios, y siempre piensa en el dinero, no en la gente, con el corazón», opina otro estadounidense.

Ana se gana la vida vendiendo flores a los turistas. «Nos sentimos muy deprimidos porque todos esos problemas también nos trae problemas a nosotros -afirma-. Tanto económicos como psicológicos, desde muchos puntos de vista. Pero no nos cansamos, vamos a seguir bailando», asegura con una enorme sonrisa en el rostro.

Entre los afectados, los ‘cuentapropistas’, trabajadores autónomos, y los llamados ‘paladares’, restaurantes privados que han florecido en Cuba desde 2014, gracias al acercamiento con Estados Unidos.

Estados Unidos es el segundo mercado emisor de visitantes a Cuba. Según las autoridades cubanas, en los primeros cuatro meses de 2019 llegaron visitaron la isla más de 257.000 estadounidenses, lo que supuso un crecimiento del 48 % respecto al año anterior. Más de la mitad llegaron a bordo de cruceros.

La Habana asegura que las medidas «fracasarán otra vez», mientras el exilio cubano se congratula del paso dado por el gobierno estadounidense, que busca también forzar a Cuba para que deje de apoyar al gobierno venezolano.

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