La llegada de Greta Thunberg a Madrid para asistir a la COP25 ha sido digna de una estrella de rock. Decenas de periodistas, fotógrafos, cámaras o simples admiradores han recibido a la joven activista sueca en la estación de Chamartín. El Lusitania, el tren nocturno de Renfe procedente de Lisboa, llegó puntual, pero eso sí, tras diez horas de viaje con 17 paradas.

Este viaje en tren ha venido después de tres semanas de travesía del Atlántico en catamarán para poder llegar a Madrid sin subirse a un avión y evitar así la emisión de gases contaminantes. Para el tramo final entre Lisboa y Madrid optó por el ferrocarril tras descartar un vehículo eléctrico y recibir ofertas tan llamativas como la de ir en burro.

En la capital española encabezará este viernes la gran manifestación por el clima, que se espera multitudinaria, en una jornada festiva en España al celebrarse el día de la Contitución. Otra marcha simultánea está prevista en Chile, donde estaba programada esta cumbre, trasladada a Madrid ante el estallido social en el país suramericano.

Sordos ante las palabras de las grandes compañías energéticas

Entretanto, este jueves en la COP25 activistas medioambientales protagonizaron una protesta singular contra la presencia de grandes compañías energéticas en las negociaciones. Se pusieron en pie en mitad de una conferencia, se taparon los oídos y abandonaron la sala, mientras el resto del público los observaba con sorpresa.

«No creemos que contaminadores como Shell, BP y Chevron deban estar aquí, influyendo en las conversaciones sobre el clima. Así que nos pusimos de pie, nos tapamos los oídos y salimos de la sala para decir que Shell no debería estar en la COP, Chevron no debería estar en la COP, BP no debería estar en la COP. Están arruinando nuestro clima y con contaminadores como estos aquí, no nos quedaremos por debajo de un grado y medio», dice Laurie van der Burg, de la ONG ecologista Amigos de la Tierra.

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