Basora dice basta. La segunda ciudad más poblada de Irak, capital de la región que concentra las mayores reservas de petróleo del país, vive su enésima jornada de violentas protestas.

Protestas que desde el lunes, han provocado al menos once muertos y decenas de heridos. Centenares de personas denuncian la corrupción y la gestión ineficaz de los políticos a quienes responsabilizan de la falta de electricidad o de agua potable.

Las intoxicaciones por beber agua no apta para el consumo humano ha provocado hasta la fecha la hospitalización de 30.000 personas.

Pese al toque de queda decretado por las autoridades, los manifestantes han prendido fuego tanto a la sede principal del Ayuntamiento como al consulado de Irán.

«¿Por qué los políticos viven cómodamente en el Parlamento y en la Zona Verde mientras pasamos hambre y sed?¿Por qué nuestros jóvenes licenciados trabajan en los mercados vendiendo cebollas mientras los puestos de funcionario son ocupados únicamente por los miembros del partido?», explica Sukayna Ali, una de las manifestantes.

El Parlamento, cuyos miembros han sido incapaces de formar una mayoría de gobierno desde las elecciones de mayo, se reúne este sábado para analizar la situación.

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