Una barcaza en la que viajaban alrededor de 500 migrantes se incendió y naufragó frente a la isla italiana de Lampedusa, al sur de Sicilia, causando la muerte de más de 100 personas y dejando unas 200 desaparecidas.

El papa Francisco recordó que el naufragio es el «enésimo» en esa zona costera italiana y lo calificó de «vergüenza» producto de una crisis económica mundial que refleja «la falta de respeto por el hombre», mientras que toda la clase política de Italia reaccionó con palabras de estupor y consternación.

El ministro del Interior, Angelino Alfano, dijo en Lampedusa que el desastre se desencadenó cuando el motor se averió y el barco comenzó a inundarse, ante lo cual las personas que iban a bordo quemaron sábanas para llamar la atención de eventuales rescatistas.

«Una vez que el fuego comenzó, hubo temor de que el bote se hundiera y todos se corrieron hacia un mismo lado causando que el barco se fuera a pique»
Angelino Alfano, ministro del Interior italiano

«Una vez que el fuego comenzó, hubo temor de que el bote se hundiera y todos se corrieron hacia un mismo lado causando que el barco se fuera a pique», agregó el ministro en conferencia de prensa.

La agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) dijo que la embarcación, de unos 20 metros, procedía de Libia y que se incendió a más o menos 1 kilómetro de la costa.

Uno de los rescatados, por su parte, dijo que la barcaza había zarpado de Libia con alrededor de 500 personas provenientes de Eritrea y Somalia, dos empobrecidos países del noreste de Africa, informó la agencia de noticias italiana ANSA.

La prensa italiana dijo que entre las decenas de víctimas fatales había una mujer embarazada y cuatro niños, y la Guardia Costera, que trabajaba en patrullas cerca del lugar del naufragio, a 1 kilómetro de la costa, anticipó que la cifra de víctimas seguramente se incrementará con el correr de las tareas.

La morgue de Lampedusa quedó saturada, por lo que muchos de los cadáveres fueron trasladados a los hangares del aeropuerto local, informó ANSA.

La alcaldesa de la isla, Giusi Nicolini, informó a los medios que entre los sobrevivientes hay una persona que podría ser el traficante que los trasladaba y que fue detenido por las fuerzas del orden.

«Es un horror. No dejan de llegar barcos y descargar muertos. Los medios de comunicación tienen que venir a ver esto. Es impresionante», rompió en llanto Nicolini en conversación telefónica con canales de noticias.

«Es una tragedia inmensa», añadió Nicolini, quien explicó que desde hacía varias horas los viajeros intentaban llamar la atención desde altamar pero no fueron vistos hasta que decidieron encender un fuego, lo cual permitió localizarlos.

Luego de que se recobraran 94 cadáveres flotando en el mar, buzos que inspeccionaron el barco, hundido a 40 metros de profundidad, hallaron por lo menos una veintena de muertos más, lo que deja las cifras de víctimas fatales en más de 100 y en más de 200 la de desaparecidos, dijo Floriana Segreto, de la Guardia Costera.

El titular de la Agencia Sanitaria de Palermo, Antonio Candela, quien coordina las operaciones de asistencia a los rescatados, informó que salvaron a 151 personas, entre ellos decenas de niños, algunas mujeres embarazadas y bebés de pocos meses.

Candela explicó que los rescatados están en buen estado de salud y que si bien algunos presentaban síntomas de hipotermia, ninguno debió ser hospitalizado.

La mayoría del arco político italiano expresó su pesar por la tragedia, y el gobierno del primer ministro Enrico Letta anunció un día de luto nacional.

El presidente Giorgio Napolitano, en un comunicado, pidió «decisiones y acciones de la comunidad internacional, especialmente de la Unión Europea» ante «una sucesión de lo que son masacres de inocentes puras y duras».
La presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Boldrini, escribió en su cuenta de Twitter que «la dimensión de esta tragedia es tremenda».

El partido xenófobo Liga Norte, por el contrario, prefirió recurrir a su habitual tono antiinmigración y acusó a la ministra de Integración, Cecile Kyenge, de origen congolés, de seguir «difundiendo sin filtro alguno mensajes de bienvenida» que sólo logran «cosechar más víctimas que en una guerra».

También se refirió a la tragedia el papa Francisco, quien afirmó que «sólo me viene la palabra vergüenza, es una vergüenza».

Francisco añadió: «Hablando de crisis, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grande de la falta de respeto por el hombre, no puedo dejar de recordar con gran dolor las numerosas víctimas del enésimo trágico naufragio ocurrido hoy cerca de Lampedusa».

En Nueva York, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que la nueva tragedia en el Mediterráneo debe servir como otra «llamada a la acción» de la comunidad internacional para redoblar los esfuerzos por una migración «ordenada y segura».

«Debe servir como una llamada a la acción», dijo Ban al inaugurar el Segundo Diálogo de Alto Nivel sobre Migración en la Asamblea General de la ONU.

El titular de Naciones Unidas subrayó que la cara de la migración «está cambiando», y ahora la mitad son mujeres, uno de cada diez tienen menos de 15 años y cuatro de cada diez proceden de países en desarrollo.

En la madrugada había arribado a la isla una barcaza con 450 personas, también inmigrantes ilegales que fueron trasladados a un centro de recepción de Lampedusa, que comienza a desbordarse ya que ayer su capacidad de 700 personas estaba al máximo.

La semana pasada 13 personas murieron tras haber sido obligadas arrojarse al mar por los traficantes que los trasladaban a pesar de no saber nadar y con un fuerte oleaje en las costas de la localidad de Scicli, en la provincia de Ragusa, Sicilia.

Asimismo, el 10 de agosto pasado, seis personas, una de ellas menor de edad, murieron en las costas de Sicilia al intentar llegar nadando desde un barco pesquero encallado que trasladaba inmigrantes procedentes de Siria y Egipto.

%d