El primer satélite geoestacionario latinoamericano comenzará este sábado una serie de cinco maniobras que lo llevarán a su órbita definitiva, a 36.000 kilómetros de la Tierra, informó Hugo Nahuys, ingeniero responsable de Calidad, Proceso y Seguridad de la empresa satelital estatal.

«El satélite está en perfecto estado, estamos recibiendo datos permanentemente, todos los parámetros son normales y se ejecutaron correctamente todos los procedimientos con las operaciones planificadas», dijo Nahuys en diálogo con Télam.

Asimismo, detalló que «a partir de mañana vamos a comenzar una serie de cinco maniobras que nos lleven desde la órbita de transferencia hasta la geoestacionaria, esperando llegar a ella en una decena de días».

Una órbita es una trayectoria de un cuerpo alrededor de otro, y pueden ser circulares o elípticas: «Ahora es muy elíptica, en el perigeo, punto más cercano a la tierra, a 250 kilómetros; tenemos que levantar el perigeo hasta la órbita de apogeo, a 36.000 kilómetros», precisó.

Configurado actualmente para ser llevado a la órbita final, el Arsat-1 «tiene equipos encendidos para ese objetivo, y analizamos esos datos desde un software en tierra» en la estación terrena en Benavídez.

Al lograr el apogeo, el satélite «enciende los equipos de telecomunicaciones, momento en que bajaremos la información de esos equipos para ensayar el módulo de telecomunicaciones dos o tres semanas».

Terminados esos ensayos, está previsto el comienzo de la migración de los servicios del actual AMC-6 al flamante Arsat-1.

«Hay cero rutina en Benavídez, todo lo que está pasando es emocionante, es indescriptible, de alegría permanente, abrazos, emociones, como al llegar hoy Andrés Rodríguez desde Kourou, el responsable de dar ‘luz verde’ y que mañana participará de las maniobras» de posicionamiento orbital, compartió Nahuys.

Cuando el Arsat-1 marcó ayer la cuenta regresiva a cero cumplió siete años en los cuales 500 hombres y mujeres coordinaron esfuerzos durante 1.300.000 horas para construir un satélite complejo que vinculará la geografía social del país en una nueva etapa de las telecomunicaciones a nivel mundial, afirmó Héctor Otheguy, gerente general de la empresa estatal rionegrina Invap, fabricante del primer satélite geoestacionario argentino.

«Siete años de diseño, armado y ensayo llevó la fabricación del satélite en Bariloche, fase que terminó al ser trasladado para su lanzamiento desde la Guayana Francesa, donde Ariane tomó la posta para ponerlo en órbita y Arsat comenzó a comandarlo para los próximos 15 años», precisó Otheguy en diálogo con Télam.

El satélite, cuya vida útil es de 15 años, recibirá señales desde la estación terrena de Arsat, en Benavídez, y tendrá la misión de devolverlas al territorio.

«Para eso se necesita un complejo sistema electrónico y de antenas que fueron cuidadosamente montadas en la nave que flotará a la misma velocidad de la Tierra, a 36.000 kilómetros de la superficie», indicó Otheguy.

La señal cargada de contenido comunicacional saldrá del canal o la estación de radio a través de la fibra óptica para ser recibida por la estación terrena donde se la procesará para enviarla al espacio, describió.

«El satélite tomará esa señal y, como si fuera un espejo, iluminará con esa señal potenciada en su capacidad toda la superficie terrestre que deba abarcar», explicó.

Desde que se inició el proyecto «sobre una hoja en blanco hasta su lanzamiento incluido», el costo del Arsat-1 rondó los 270 millones de dólares; el lanzamiento «demandó 100 millones de dólares», informó Otheguy.

El Arsat-1 sintonizó emocionalmente a los argentinos cuando se elevó en el cohete Ariane hacia el espacio desde la Guayana Francesa: entre ellos, sus constructores en Invap, además de los expertos que comandan el aparato desde la estación terrena en Benavídez, y también ingenieros, físicos y técnicos del Instituto Balseiro que participaron en el diseño e integración.

En Bariloche, los jóvenes estudiantes de Ingeniería en Telecomunicaciones del Balseiro, acompañados por el director de la carrera, Pablo Costanzo Caso, siguieron la trayectoria del satélite, probablemente en la misma dirección que sus sueños.

«Tuvimos la suerte de vivir el lanzamiento dentro de Invap, donde los estudiantes compartieron el lugar con quienes hicieron el satélite, lo que es un incentivo muy grande para quienes terminan la carrera de Telecomunicaciones porque sirve para mostrarles una de las posibles opciones laborales», contó Costanzo a Télam.

Costanzo consideró que «es muy trascendente todo lo que se está dando en términos de infraestructura de telecomunicaciones con el Arsat-1, el tendido de 58.000 kilómetros previsto de fibra óptica, sumado a la televisión directa abierta y nuevos satélites geoestacionarios».

Se trata del Plan Nacional de Comunicaciones Argentina Conectada, que requiere tres satélites de telecomunicaciones -Arsat I, II y III-, la Red Federal de Fibra Óptica y el despliegue del sistema de Televisión Digital Abierta.

«Es un plan muy integral que va a permitir llegar con televisión digital, telefonía e Internet a todo nuestro territorio y países limítrofes», un futuro cercano en sintonía con los primeros egresos, desde el Balseiro, de próximos ingenieros en Telecomunicaciones, reivindicó Costanzo.

«Que Argentina haya hecho este histórico emprendimiento posiciona a nuestro país en un lugar privilegiado, logrado a través de la empresa estatal Arsat -propietaria y solicitante del satélite- e Invap -responsable del diseño y construcción del satélite-«, dijo.

Este acontecimiento es una muestra más que confirma «a todos los argentinos y a la comunidad internacional que la capacidad de nuestros científicos, ingenieros y tecnólogos permite diseñar y desarrollar tecnología de primer nivel mundial», enfatizó.

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