Parecía que Palmeiras se quedaba con el partido por un gol sobre el final, pero apareció el Apache, que volvió tras la lesión, aprovechó un buen desborde de Pavón y empató la historia 1 a 1. El entrerriano Goltz fue una de las figuras.

A veces los empates suenan a poco, pero este 1-1 de Boca en Brasil contra Palmeiras se festeja. Y mucho. Porque el equipo hizo un buen partido, porque los brasileños no hicieron pesar nunca su localía, porque Goltz se afirmó atrás, porque se empató sobre el final y porque Tevez tuvo festejo doble: volvió tras la lesión y metió el gol de la igualdad.

Palmeiras nunca lo pudo someter a Boca. Esa sensación de poderío de los brasileños cuando juegan de local, no pasó. El equipo de Guillermo mantuvo el partido donde prefería jugarlo. Con la solidez desde el fondo de Goltz, no sufrió en todo el primer tiempo mientras arriba, Wanchope aguantaba todas y Pavón amenazaba con su velocidad.

Boca no salió nunca como loco. Mantuvo a los laterales bastante contenidos y fue llevando el partido en paz. El ingreso de Carlitos Tevez luego de la lesión era de por sí una buena noticia. Palmeiras atacaba un poco más pero seguía sin profundidad. Daba la sensación de que el 0 a 0 estaba cantado.

Pero no estaba en el cálculo de nadie que Jara tuviera esa pifia y que Palmeiras sumara dos pases seguidos en ataque, algo que no había conseguido en toda la noche. El gol de Keno parecía un golpe de nocaut. Ni el más fanático pensaba que había tiempo para más. Sólo restaba el descuento.

Y Carlitos se puso la pilcha de 9, siguió la corrida de Pavón como goleador-goleador. Llegó el centro desde la izquierda y Tevez metió su gol más importante en Boca desde aquel superclásico con River en el 2016. La explosión tenía sus razones: el Apache había hecho justicia.

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