Consiguieron las seis bancas del Senado que necesitaban para arrebatar la mayoría a los demócratas y mantener la mayoría en la Cámara baja, según las primeras proyecciones de los resultados tras las elecciones legislativas estadounidenses celebradas ayer.

Carolina del Norte, Arkansas, Dakota del Sur, Montana, Virginia Occidental y Colorado fueron las bancas que pasaron de manos demócratas a republicanas y que abrieron la puerta a los conservadores para obtener el control total del Congreso en los dos últimos años de mandato de Obama, quien invitó a los líderes de ambas cámaras a un encuentro en la Casa Blanca el próximo viernes.

Las elecciones, en las que se renovaron las 435 bancas de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, compuesto por 100 senadores, estuvieron marcadas por el descontento con el presidente Obama y con los políticos en general, tanto demócratas como republicanos.

Del total de los puestos en juego, apenas una decena de estados (Iowa, Colorado, Kansas, Carolina del Norte, Georgia, Luisiana, Alaska, Arkansas, Iowa, Kentucky y Nuevo Hampshire) tenían la clave para decidir el control de la Cámara Alta.

Esta es la primera vez desde 2006 que los republicanos controlan ambas cámaras del Congreso, lo que augura un difícil fin de mandato a Obama, que siguió la contienda y habló «con candidatos a la Cámara Baja, el Senado y las Gobernaciones de ambos partidos», según dijo su portavoz, Josh Earnest, en su cuenta de Twitter, citado por EFE.

Los republicanos lograron quedarse con los puestos de senador de Montana, Dakota del Sur y Virginia Occidental, que hasta ahora estaban en manos demócratas, donde los senadores de los tres estados se retiraban sin tener un candidato fuerte que los sucediera.

Así, la veterana congresista Shelley Moore Capito se impuso a la demócrata Natalie Tennant en Virginia Occidental, donde logró la primera conquista republicana de la jornada, según las proyecciones de las principales cadenas estadounidenses.

El candidato republicano Mike Rounds venció al demócrata Rick Weiland en Dakota del Sur; mientras que en Montana, el republicano Steve Daines venció a la demócrata Amanda Curtis.

Las primeras victorias fueron las de los senadores republicanos por Kentucky y Carolina del Sur, Mitch McConnell (líder de la minoría en el Senado) y Lindsay Graham, respectivamente, que lograron su reelección para la Cámara Alta.

Con estos resultados, McConnell alcanzó su sueño de convertirse en el próximo líder de la mayoría republicana en el Senado.

De acuerdo a los resultados de encuestas a pie de urna ocho de cada diez estadounidenses se mostraron insatisfechos con la labor del actual Congreso, y la mayoría desaprueba la gestión del presidente Obama.

Los republicanos mantuvieron además sus puestos en el Senado en dos de las carreras más ajustadas: Georgia (donde David Perdue, que reemplaza al senador de su partido Saxby Chambliss, venció a la demócrata Michelle Nunn) y en Kansas.

También ganaron en estados como Iowa, un bastión demócrata, donde la republicana Joni Ernst venció al demócrata Bruce Braley y se convirtió en la primera mujer en representar al estado en el Congreso.

Como adelantaban todos los pronósticos electorales, los conservadores mantendrán además el control sobre la Cámara Baja al lograr mantener los asientos que ya tenían en su poder desde 2012 sin demasiadas dificultades, según apuntan las proyecciones.

Por su parte, los demócratas mantuvieron algunos enclaves como Nuevo Hampshire y se anotaron victorias en las gobernaciones de estados como Pensilvania, donde se impusieron a los republicanos, y conservaron la gobernación de Nuevo Hampshire y Nueva York.

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