Un sacerdote de María Grande, a 65 kilómetros de Paraná, fue apartado de su función en la Parroquia María Auxiliadora, y la situación ya generó un pequeño escándalo en este pueblo de 7.700 habitantes.

El cura en cuestión, quien ejercía la función de vicario parroquial, según la certeza que maneja ahora la Iglesia Católica, mantuvo relaciones sexuales con una chica, producto de lo cual sobrevino un embarazo. Cuando las autoridades de la curia de Paraná supieron del hecho, adoptaron la determinación de apartarlo de las funciones pastorales en esa localidad.
Pero la situación, hasta ahora, se ha mantenido bajo un estricto secreto.

En 2003, un hecho similar ocurrió en una ciudad del norte entrerriano, y la resolución eclesiástica fue reprochable. El cura fue enviado al exilio en otra ciudad, en la provincia de Buenos Aires, y la mujer cargó con su embarazo y su hijo, y todavía no ha conseguido que el padre, que continúa vistiendo sotanas, se haga cargo de sus obligaciones.

El sacerdote protagonista del caso que sacude a la Iglesia de María Grande es el joven M O, oriundo de Feliciano, quien había sido ordenado sacerdote en 2012, por el obispo Juan Alberto Puiggari. A finales de febrero de 2015, Puiggari lo había destinado como vicario de la Parroquia María Auxiliadora de María Grande.

M O ya no está más en la Parroquia de María Grande, por decisión del propio Puiggari, quien manejó personalmente el caso, según las fuentes consultadas por El Diario.

El caso de María Grande fue alertado, primero, por el sacerdote Leonardo Tovar, que hasta febrero pasado estuvo como párroco de San Benito Abad, y desde entonces se mudó a la diócesis de Buenos Aires, en el Santuario de San Cayetano, en el barrio de Flores, malquistado con Puiggari por el tratamiento eclesiástico del caso de los abusos del cura Justo José Ilarraz.

Luego, la situación del vicario fue retomada por el expárroco de Santa Rosa de Lima, de Villaguay, José Francisco Dumoulin. “Otra vez, aparentemente nos encontramos ante un nuevo caso de un sacerdote que habría dejado embarazada a una chica. Como es de esperar en la Iglesia de Paraná, todo se maneja en el más profundo silencio. Nada se dice. Ni oficialmente ni extraoficialmente”, señaló.

Lejos de condenar la situación, Dumoulin observó la errada mecánica que suele ponerse en práctica en la Iglesia. Al respecto, sostuvo que “aquí lo que se vuelve a poner en el tapete son las actitudes que se adoptan o se pueden llegar a tomar frente a este tipo de casos desde la parte de las autoridades de la Iglesia. ¿Qué se le sugiere desde las autoridades de la Iglesia al sacerdote en cuestión? Lo que no cabe duda, bajo ningún aspecto, es su responsabilidad en la paternidad, lo que implica hacerse cargo de esta nueva vida. Pero la duda que subsiste es si efectivamente ése será el camino que finalmente sigan las autoridades eclesiásticas frente al caso”.
Oficialmente, la Iglesia no ha dicho nada.

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