El excandidato presidencial ha fallecido de un agresivo cáncer cerebral a los 81 años. Se había convertido en el gran azote de Donald Trump
La vieja guardia republicana perdió este sábado al senador John McCain, un referente del conservadurismo clásico estadounidense, cuya figura había crecido en los últimos tiempos como azote de Donald Trump. El veterano político de Arizona, héroe de guerra y excandidato presidencial, falleció a los 81 años víctima de un agresivo cáncer cerebral diagnosticado hace poco más de un año. Pese a la enfermedad, siguió en el Congreso en Washington hasta el pasado diciembre y permaneció activo hasta el último momento, ya fuera en la disidencia con el presidente o como voz de la conciencia de su partido. El viernes, la familia comunicó que el político había pedido la interrupción del tratamiento. El soldado ya había visto llegar su hora.
Las palabras de respeto y admiración por McCain se han multiplicado entre conservadores y progresistas. «A pocos de nosotros se nos ha puesto a prueba como se puso a John, o se nos ha requerido ese nivel de coraje. Pero todos podemos aspirar al coraje de poner el bien común por encima del propio. John nos mostró lo que eso significa», dijo esta noche expresidente Barack Obama, quien le arrebató la elección en 2008. El exvicepresidente, Joe Biden, lamentó la muerte de quien calificó como un «amigo» y la exsecretaria de Estado con la Administración Clinton Madeleine Albright aseguró no conocer a nadie con «más valentía, convicciones y amor por su país» que John McCain.
Había nacido el 29 de agosto de 1936 en la base naval de Coco Solo, en la zona del Canal de Panamá, entonces bajo control estadounidense. Hijo y nieto de almirantes cuatro estrellas, John Sidney McCain III se hizo aviador y entró en combate en la guerra de Vietnam. En octubre de 1967, su avión fue derribado cuando sobrevolaba Hanoi y ahí comenzó su cautiverio. Tenía esposa y tres hijos. Al regresar, aquel primer matrimonio naufragó y en 1980 se casó con Cindy, hoy su viuda. Comenzó entonces una fructífera carrera política cuyos detractores consideraron en los inicios demasiado apoyada en la imagen del héroe militar.
En 2008 probó suerte en la carrera a la Casa Blanca y escogió como número dos, candidata a la vicepresidencia, a la exgobernadora de Alaska Sarah Palin, entonces estrella del movimiento ultraconservador Tea Party. McCain tuvo que lamentar esa decisión el resto de su vida, no solo porque el papel de Palin en la campaña le restó votos, sino porque el ideario que representaba, fervientemente nacionalista, es uno de los gérmenes del actual trumpismo que tanto detestó el senador.
Halcón militar y defensor de las armas
Conservador en el plano fiscal, halcón en el militar y defensor a ultranza del derecho a las armas, McCain pertenece al republicanismo de la vieja escuela. Ningún senador ha recibido tantas donaciones de la Asociación Nacional del Rifle como él, tras seis legislaturas en Washington.
Su ideario, con todo, siempre quedó sometido a su propia autonomía: reconoció sin ambages el error de la guerra de Irak y, a diferencia de la mayoría de compañeros de partido, sus críticas a Trump no se evaporaron en cuanto el neoyorquino ganó a las elecciones. Así lo demostró en múltiples ocasiones, con su machetazo a la propuesta sanitaria del presidente, su defensa de los inmigrantes o tras la cumbre con Vladímir Putin en Helsinki, cuando el mandatario equiparó la credibilidad del Kremlin sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016 a la de los servicios de inteligencia estadounidenses. La actuación de Trump, dijo, había sido “de las más vergonzosas en la historia por parte de un presidente de EE UU”.
Los rifirrafes con el presidente comenzaron ya en la campaña electoral, cuando el entonces candidato se mofó de McCain. “No es un héroe de guerra; solo lo es porque fue capturado: prefiero a los que no han sido capturados”, dijo el magnate y showman en 2015. Este sábado, en un tuit, se limitó enviar su más sentido pésame y respeto a la familia. «¡Nuestro conrazón y nuestras oraciones están con vosotros!», escribió. El pasado mayo, ya retirado en su rancho del Valle Escondido (Arizona), John McCain hizo saber a través de The New York Timesque había pedido que Donald Trump no acudiera a su entierro.