Olga Elena Naum (75) estaba golpeada por las desgracias familiares. Nunca había podido procesar el crimen de su hermano «Milo» (víctima del clan Puccio) ni la muerte de un nieto que cayó por el hueco de un ascensor.

Lo que terminó de derribarla anímicamente fue la detención, la semana pasada, de su hijo Ezequiel y de su nieto Joaquín, por un ataque a tiros en un campo de Saladillo que terminó con el crimen de Lorenzo King (37).

El viernes 23, alrededor de las 17.20, la reconocida diseñadora de indumentaria se hospedó en la habitación 503 del Up Recoleta Hotel, en la calle Pagano al 2600, sin acompañantes. Ese mismo día, su familia radicó una denuncia por «averiguación de paradero» en la Comisaría Vecinal 14C de la Policía de la Ciudad.

Al día siguiente, debía dejar su cuarto a las 11. Como no lo hizo, los empleados golpearon la puerta varias veces. No hubo respuesta. Al entrar, la encontraron muerta.

Según el diario Clarín, la autopsia estableció que el cuerpo de Naum no tenía signos de violencia externos. Tomó psicofármacos y se ahogó con una bolsa de nailon que se puso alrededor de la cabeza.

Antes de tomar esta trágica determinación, escribió una carta. La mitad en una computadora y la otra mitad a mano, aunque esta última prácticamente ilegible.

«En ella se refiere a desgracias familiares anteriores de un nieto suyo que murió en el hueco de un ascensor y de un hermano fallecido por el cigarrillo», dijeron fuentes de la investigación.

Este último punto era confuso. Aunque ella también contó allí el caso de Emilio Naum (38), asesinado de un tiro en el pecho por los Puccio el 22 de junio de 1984, cuando quiso evitar que lo secuestraran.

En la carta, la mujer también admitió que estaba destrozada por lo de su nieto Joaquín (19), que el 18 de diciembre mató a King de un disparo en el pecho y baleó en un brazo a Tomás Santopolo (31), que se salvó, en un campo propiedad de su papá Ezequiel Emilio Salgado (46), hijo de la diseñadora.

«Cuenta que no quiere que vaya preso. Se refiere a la investigación de Saladillo», añadieron los voceros.Además, advirtió que «el hijo de una fiscal de Saladillo le daba droga a su nieto, que le proveía».

King era hijo de la concejal Silvina Cotignola, del bloque del Frente de Todos de Saladillo. Y Santopolo es hijo de la fiscal Patricia Hortel, a cargo de la fiscalía descentralizada de Saladillo.

Junto al cuerpo de Naum, que estaba recostada sobre la cama, boca arriba, blísteres vacíos de un psicofármaco y un frasco en gotas de la misma droga. Además, tenía una bolsa de nailon en la cabeza, sujetada con cinta de papel.

Por eso, todo apunta a un suicidio, aunque la causa a cargo del fiscal porteño Leonel Gómez Barbella fue caratulada «averiguación causales de muerte».

«Sobre la mesa de luz, había un recorte periodístico y una carta realizada en computadora, y agregado al final una escritura en manuscrito», prácticamente ilegible, detallaron las fuentes.

La nota, indicaron, era de un aviso fúnebre del diario La Nación. Y la carta refería a las «desgracias familiares», como el caso de un nieto suyo que murió al caer por el hueco de un ascensor y otro del hermano asesinado por el clan Puccio.

La última vez que se la había visto, Naum caminaba por la avenida Figueroa Alcorta hacia los lagos de Palermo y vestía un pantalón beige y una camisa blanca.

A mediados de este mes, la mujer había celebrado sus bodas de oro (50 años) con su esposo, el abogado Emilio Eduardo Salgado (79), nacido en Paraná (Entre Ríos). «Festejando, con nuestros hijos y amigos, 50 años de matrimonio. Wowww», escribió en Facebook.

El crimen de King se produjo el 18 de diciembre pasado en la estancia «San José», propiedad de Ezequiel Salgado, hijo de la diseñadora, ubicado en Cuartel IX, paraje El Mangrullo, a unos 40 kilómetros del caso urbano de Saladillo, a la altura del kilómetro 209 de la ruta 205.

Allí, el nieto de Naum e hijo del dueño, Joaquín Salgado, asesinó al músico de un disparo en el pecho y baleó en un brazo a Santopolo.

Las víctimas se habían juntado con Salgado padre a ensayar para una banda de rock. “Estábamos tocando y el loco empezó a disparar”, contó el principal testigo.

Ambos fueron detenidos tras el ataque. El chico, por el asesinato y el intento de homicidio, cuyas causas todavía no fueron esclarecidas. Quedó imputado por «homicidio agravado por el uso de arma de fuego, homicidio agravado por el uso de arma de fuego en grado de tentativa y coacción agravada por el empleo de arma de fuego».

El padre está acusado de «portación ilegal de arma de fuego de uso civil condicional», ya que era suya la pistola Bersa calibre 40 con la que se cometió el hecho. Fuente: Clarín

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