El grupo hortícola Sauce de Luna es un buen ejemplo de cómo el crecimiento grupal y personal pueden ir de la mano cuando hay voluntad de trabajo, incorporación de tecnología y asesoramiento técnico y comercial. Ramona Ojeda destila un gran entusiasmo y mucha claridad al referirse a su vida como productora hortícola del grupo que integra y presidente.

En la rica tierra mesopotámica del noreste argentino, cerca del cruce de las rutas 12 y 127 -que hacia el norte llega a Brasil-, se encuentra el flamante Grupo Hortícola Sauce de Luna, que nuclea a 10 productores familiares del departamento de Federal, provincia de Entre Ríos. Algunos de ellos producen hace mucho en forma individual, como Ramona, que lo hace desde el año 2000. Sin embargo el trabajo grupal les está permitiendo avanzar hacia un objetivo común: la producción de hortalizas de calidad para su autoconsumo y venta.

Un poco de historia

El Grupo Hortícola Sauce de Luna se creó formalmente a través de un acta constitutiva en febrero de 2013 y está 1 Grupo Horticola Sauce Luna integrado a una red comercial llamada “127/12”, que es un proyecto de intercambio y compra de hortalizas de productores de la zona. Hace algún tiempo, de varias organizaciones (INTA, municipalidad de Sauce de Luna y Cáritas, entre otras) les ofrecieron ayuda; pero fue la posibilidad de lograr financiamiento a través del Programa de Desarrollo Rural (Prodear) y de poder acceder a la asistencia técnica lo que los decidió a conformar este grupo, pues les otorgó confianza y seguridad, a la vez que los entusiasmó mucho.

Un diagnóstico inicial detectó varios puntos débiles como falta de escala productiva y escasos ingresos, principalmente debido a la falta de tecnologías apropiadas, limitada en gran medida por la alta inversión inicial requerida (maquinarias, equipos de riego, galpones de acopio, etc.); poca capacitación respecto a las exigencias del mercado; utilización de técnicas y herramientas obsoletas, entre otras. El acceso a un predio de 3 hectáreas, otorgado por la municipalidad local en comodato por 10 años con posibilidad de compra una vez vencido el plazo, fue clave para la formación del grupo: trabajar en un predio comunitario les permitió racionalizar las inversiones y no derrochar recursos y acceder al asesoramiento adecuado, tanto en temas técnicos como comerciales. De esta manera se favorecieron iniciativas familiares y comunitarias, abriendo oportunidades a los jóvenes y evitando que emigren en busca de mejores oportunidades.

La superficie productiva del parque hortícola se complementa con la de cada explotación familiar, y a través del aprendizaje conjunto y del trabajo comunitario se están mejorando las explotaciones particulares con la finalidad de lograr una mayor eficiencia. “De los diez productores que somos, casi todos tienen otras actividades, y no las van a dejar hasta que esto arranque bien. El crecimiento grupal y personal van de la mano”, afirma Ramona, quien proviene de una familia de campesinos. Ella quedó viuda muy joven con 7 hijos a su cargo. Fueron años muy duros, pero hoy transmite el orgullo de trabajar por el desarrollo de su zona, produciendo hortalizas asociada a productores que, tal como ella, anhelan seguir viviendo y trabajando, junto a sus familias, en Sauce de luna.

Históricamente en la zona se produce batata, ajo, calabaza y cebolla; pero también verduras de hojas como acelga, lechuga y repollo. Resulta difícil dar cifras, ya que hasta ahora no hay registros de volúmenes y rindes. De todas maneras con la intervención de este programa pretenden, a futuro, producir mayor variedad de cultivos en la zona e introducir otros que nunca se sembraron.

Objetivo del proyecto

“La idea es llegar a la especialización del productor en cultivos hortícolas. Para ello el objetivo es incorporar herramientas y equipamientos que mecanicen y faciliten los procesos productivos” dice su asesor, el ingeniero Gustavo Patriarca, técnico del Prodear. “El impacto inicial que genera en los productores familiares y sus familias tener acceso a tecnología es sorprendente, más allá del impacto que genere en la zona y de los resultados esperados. Con la llegada del financiamiento el grupo pudo por primera vez adquirir de forma conjunta maquinarias e implementos”.

Conversando con Ramona corroboramos esto: “Nos faltaban herramientas porque trabajar con herramientas de mano te mata. Y ahora con el riego es un adelanto. Tenemos que producir una cantidad para vender a los mercados”, explica.

A futuro el grupo apunta a producir cultivos de hojas y cultivos de frutos como tomate, pimiento y berenjena con el fin de proveer al mercado local. “Aumentar el área sembrada quedará para otra etapa; hoy se pretende eficientizar lo existente a través del riego por goteo y se prioriza la comercialización orientada al consumo local pasando del autoconsumo a la creación de un polo de desarrollo de cultivos de hoja para el departamento de Federal, mejorando la calidad del producto final y su presentación comercial. La comercialización se hará en verdulerías, minimercados y ferias en una primera etapa y, una vez logrados los excedentes, en mercados locales y regionales”, explica el asesor.

Pasado, presente y planes a futuro

Las ventajas de esta asociación ya están a la vista: en escasos 8 meses lograron adquirir muchas máquinas y gestionaron la perforación de un pozo de agua y la bajada de luz al predio, lo que les va a permitir regar por goteo la totalidad de la producción. Ramona se entusiasma pensando en lo que sigue: “También incorporamos otras mejoras y cerramos totalmente el perímetro del predio. Pero las inversiones no terminarán aquí, ya que planeamos construir un pequeño galpón para el lavado y procesamiento de las hortalizas cosechadas” nos cuenta.

Y una vez afianzados un poco vendrá el próximo salto: la formación de la cooperativa. “Me invitaron a visitar otras cooperativas y he visto sus producciones en las chacras. Por ejemplo visité Fe.Co.Agro. (Federación de Cooperativas Agropecuarias), en la provincia de San Juan, y me quedé maravillada. Cuando uno tiene ganas de trabajar, se puede”, se entusiasma Ramona. “La diferencia en transformarnos de grupo en cooperativa es que pasaríamos a ser más formales, a ser una institución, a tener boleta, y a tener en el futuro el derecho a una jubilación. Hay muchas cosas a las que pensamos que vamos a poder acceder cuando formemos la cooperativa. Es un sueño!! Cuando vi Fe.Co.Agro. pensé que ese era mi sueño, formar una cooperativa”, nos cuenta. “Yo amo la tierra y pienso que hay que amarla. Prefiero estar de sol a sol en la chacra, trabajando la tierra, al aire libre y en contacto con la tierra a estar encerrada…te cambia la vida” finaliza Ramona.

A futuro el grupo tiene planeado ampliar la actividad hortícola a la producción de árboles frutales utilizando dos hectáreas anexas a las actuales. Pero si bien comenzaron a ejecutar las primeras inversiones, este proyecto aún está “verde”. (Desarrollo Rural entre Ríos)

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